La ciudadanía digital, también conocida como e-ciudadanía o ciber-ciudadanía, se define como el conjunto de habilidades para involucrarse y navegar de forma positiva, eficaz y congruente en el entorno virtual. Si bien es cierto que desde hace una década la educación para la ciudadanía digital constituía una de las prioridades en el currículo de estudios, después de la emergencia sanitaria se ha convertido en un imperativo. Hemos comprobado cómo las plataformas virtuales permitieron la educación a distancia cuando tuvimos que prescindir forzosamente de la presencialidad. Sin exagerar, podemos afirmar que la virtualidad salvó la educación durante estos dos años. Este vuelco vertiginoso en el terreno educativo aceleró la migración digital en general, la cual ya se estaba dando de manera natural. Con ello, se han generado nuevas inquietudes con respecto a la definición de criterios claros que nos ayuden a ser responsables en estos nuevos espacios. Pero lejos de responder con lineamientos complejos, es de recordar que al ser sociales virtualmente, y a través de plataformas digitales, es un deber el seguir los mismos parámetros con los cuales nos desenvolvemos en la sociedad de forma presencial. Al final de cuentas, el concepto de ciudadanía es el mismo, lo único que ha cambiado es el entorno.